sábado, 30 de diciembre de 2006

Cambio de lugar para las canciones

He tenido que cambiar el lugar donde se alojan las canciones, puesto que daban problemas. Espero que ahora se descarguen bien (gracias, Elías).

miércoles, 27 de diciembre de 2006

Cuando aparezca lo que es de mi

a: Lo que es de mi lo vi en un tbo · Yo, el horror · Horroroso, horroroso, horroroso [Esto es lo que hay EP]


b: Cuando parezca [Esto es lo que hay EP]

jueves, 21 de diciembre de 2006

Caja /y 2


“Sirva bienaventurado alcohol al alcohólico” –frase que le recuerda a Evangelio, primera comunión comunista, familias bipolares de los setenta (qué te voy acontar del polígrafo que no sepas) y tardes de domingo y bufanda en una segunda división azul– y se acerca al teléfono grande e incrustado, como indicándonos que cualquier movimiento sospechoso –pispar el ketchup de cristal, escribir en la pared “el Príncipe Felipe está robándome”, subirse a la mesa y abolir la propiedad privada y los Privates en propiedad, etc…– nos puede reconducir al único sitio donde fuimos felices tal como éramos: aquella circunvalación carente de sentido después de inaugurada, que nos llevó del reformatorio a la cárcel. Apuro mi whisky, hielos por alegrías, pediré otro de los mismo: la cosa tiene su aquel.

Mientras la chiquita derroca al hermoso tapón de la mil veces rellenada garrafa de botella, aprovechándome de su miedo, –por qué no, me digo– fijo mi estrato sentimental en sus eufemismos de firma. Es una muchacha hermosa: de cualquier otra forma no co-protagonizaría otra historieta enclaustrada en el realismo ensuciado (puede que tan sólo no limpien su parte del alquiler). La vida está empezando a darle pero con la mano abierta y sólo para tocarle el culo; le quedan como diez años para que le roben la alegría las posturas impuestas por la explícita realidad, para que vea que la cantidad de muerte que tiene la vida es muy superior a la que la propia muerte traga y entierra.

Por la televisión un concurso, un milagro matutino, el copón bendito; y solemne, como debe ser. El presentador tiene aspecto de compañero de clase, del de delante, del que levantaba el índice tan alto que lo arqueaba señalando sin cutícula un cielo retrasado, el que llegaba tarde y sin cohartada; jeta del sonriente vecino que grita a la vecina pared versus pared; hechuras de centrísta engominado que se te cuela en el autobús usando el 11M como ariete. Por momentos, está gracioso; no sólo gracioso cuando se equivoca, sino cuando intenta estarlo, que es, hoy en día, lo realmente meritorio en el panorama profesional patrio. Dice sin gracia gracias sin gracia y convierte al guionista amateur, por indemostrable inversión matemática, en genio de la palabra, rey de la comedia, Lubitsch con cheque en blanco para un Especial Nochevieja fin de siglo con Abba.

Todos en el local nos carcajeamos excepto la trabajadora atemporal, que oculta su sonrisa porque aún ausculta nuestra corriente mental de seminal e imprecisa banda terrorista. La miro, sonrío señalando mi mueca: que te lo pases bien, que te relajes, que hoy los maleantes no conspiramos. Pero aquel sueldo mínimo interprofesional español y con tetas no se relaja. (Por fin, cuando menos lo esperamos el vecino y yo, se ríe: porque uno no puede unirse a un coro sin dar, de arranque, una nota disonante, inesperada, alta.)

La franquicia ya está oquey. Una tregua / en el campo / de golf, diría el/la haikuista que no junta la docena de versos. El presentador podría empezar a hablar en otras lenguas desconocidas, como apóstol en ciernes, y nosotros nos seguiríamos riendo de sus ocurrencias atonales. Cojo mi whiskicito y me siento en una de las mesas ya ocupadas, cansado de no compartir este limbo aséptico y monoplaza. A mi compañero vital número cuatro mil millones no parece importarle. Algunos de los habitantes restantes se acercarán pronto.

(…)

Y todavía no ha acabado nuestro programa favorito cuando la ensordecedora música de camarilla que produce el escape de una moto con forma de bizcocho transversal, metálico y violáceo, que intenta aparcar en la puerta o, rectifico, directamente meterse en el garito, hace que por un momento volvamos a la vaga y hormigueante realidad o ladilla de ser consciente, que diría un ensayista analfabeto. Es un hombre joven, sexual de los de “a metro” –con su “¿más cositas?” incorporado–, la elegancia vomitada en el tropezón y jefe –se le supone. Se acerca hasta la barra e intercambia, amigablemente, buen rollo congeneracional e intercastal (entre castas, no intercostal, aunque también), intercambia, venía a decir, un par de palabras de cortesía con la de él pende. Y luego como si se hubiera dejado la cabeza en el casco y hubiera dejado a todas mis neurocirujanas favoritas boquiabiertas, emite sonidos a là Queipo de Llano circa 1936.

Campanilla de la caja eres tú, y mano al fajito de billetes, cariño, soy el consanguíneo Peter Pim Pam Pum. Pispados mis cinco y lo demás, de vellón, si lo hubiere, tocando fondo.

En sucesivos días –docenita de semanas basura– mi camarera del día recordará recordarle al motorista hijo de que los clientes no suelen traer el dinero justo (justito sí), que necesita cambio, pero hoy está sobrepasada por los acontecimientos. En su primer día ha confraternizado con un enemigo que allí consideraba erradicado: la gentuza, los sospechosos, los que no son como dios manda, los que carecen de vida social los fines de semana.

"No vuelvas a dejar entrar a gente así", le recuerda el can Cerbero a la fuga antes de calzarse la cabeza y desaparecer de buena mañana entre la multitud que le acepta, acoge y prefiere.

domingo, 17 de diciembre de 2006

El flequillo revolucionado a las mil

Impás: El flequillo revolucionado a las mil · Txomicals Brothers [mp3]



jueves, 14 de diciembre de 2006

Caja /1

Eran como las diez de la mañana, pero ya tenía un par de copas en el coleto, así que, sin pensarlo dos veces, escuché la llamada de aquel plástico decorado.

Aparte de la ecológica madera auténtica, el orden mundial 2.0 y los diez o cien televisores plasmarios, había, hasta en el más recóndito rincón, artilugios deportivos de toda índole firmados por modernos titanes: en urnas de cristal elevados a los cielos como recuperados restos del Arca de la Alianza del segundo advenimiento del dios calcomanía.

Érase, además, una chica detrás de la barra. Se plantó ante mí, tímida e intimidatoria, amatoria e intimatoria; balbuceante y tiritona en cuanto puse pie en las recién fregadas primeras cien losetas. Como mi oficio era agriar el carácter de los secundarios de una teleserie –"La comedia deshumanizada"– y su aspecto era el habitual en estos casos, visto lo visto, no tuve problemas en adjudicarle una de mis ilustres apósitos:

Día, interior camarera, acción: es mi primer día no solo en el bar, sino en este mundo-franquicia. Hace un mes vine a ofrecerme para pagarme la carrera –la carrera de las medias, aclaro: padres sin pasta suficiente para vestir a su hija de zara-pastrosa, cosa que, por fin viernes, es lo mismo. Ayer me hicieron la entrevista donde nada de lo que me preguntaron tenía que ver con la hostelería: se centraron en mi docilidad y en aquel momento concreto. La verdadera razón es que me contrataron sin problemas porque el trimestre pasado me había malenrollado con uno de los chicos que mal llevan el bar, un hijo de, y se vio en la obligación o en la necesidad –descargar responsabilidad como si de un líquido seminal se tratara– de contratarme por tres meses: uno de aprendizaje, otro de empleada del mes y otro de "ya veremos, tu tranquila que si lo haces bien ascenderás inmaculada a jefa de planta", como la mala mala peli de suspense que ayer oí, después de comer, por quinta vez a través del tabique con surround.

Para evitar sobresaltos en su, sin duda, maltratado curasán rojo alojado en la copa izquierda del wonderbra, le pido, francotirador agarrado al tirador, a tres metros, un whisky con poca agua, y pongo cinco eus sobre la única meta posible a mi edad, la barra. "¿Me indica dónde está el baño?", le incordio, para evitarle otro ominoso pensamiento o cualquier ripio sobre mi ropa.

Una vez meado subo por las empinadas, raquíticas, modélicas marrones escaleras –los aseos suelen ser altamiras del graffiti, templos de la elocuencia, elevados diálogos de very late night. Veo a la chica poniendo cafés con cierta premura y una mala cara tan habitual como desagradable. Cómo el asco que delimita su labio tiene el trazado de la carretera comarcal que conduce a la capital cuando los adosados no están ni en plano, me acerco a la copa buscando espejos que me muestren todo el decorado. Alzado a la inalcanzable banqueta de mi recién subarrendada barra, con el tubo en la mano izquierda –oh largo Tigretón cristalino– elevando mi cabeza por encima del olor a pincho repasado, por fin en un hombro y en otro plano subyacente descubro la razón de su azoramiento.

Tres tipos de un aspecto próximo al del espejo del ascensor, digamos que con el ideal masticado por los periódicos, tragado por la antena de la radio, deglutido por la televisión por cable y vomitado en el descampado donde las clases medias dejan las penúltimas obras maestras analógicas, se han aposentado sobre tres mesas del límpido y musculoso local, con una colocación que el imparcial tertulianita calificaría de casual, pero que a ella, que curra allí por primera vez –"mi primer día en la franquicia franquista, esta transición no se sabe hacia que estado", contará a la vez que aspira el cigarro, mirando al cenicero sobre su vientre– se le antoja como la única parte medianamente visible de un gigantesco plan microeconómico para atracar la caja, que debe tener mis cinco euroescépticos y poco más, puesto que los jefes no dan ni el cambio.

jueves, 7 de diciembre de 2006

Esto es lo que hay


a: Decidido [Esto es lo que hay EP]
b: Pero · Peru · Pedro · Piedra [Esto es lo que hay EP]

Podcast: http://odeo.com/channel/192083/rss.xml

Queda inaugurado este lugar para dejar canciones y otras historias: arreglar cuentas con Bob Dylan, Vainica Doble y los que les siguieron pista tras pista sin dejar que me escapara.

Agradecer por adelantado a los que escuchéis y leáis ésto: espero que os guste.




Las canciones se podrán descargar a través de enlaces directos a los MP3 o a través de podcast. Son publicadas bajo licencia Creative Commons. La primera tanda se llama “Esto es lo que hay EP”, son unas 10 canciones a publicarse los días 11 y 25 de diciembre, 1 y 6 de enero y 23 de febrero –en principio. Os recomiendo usar RSS o el podcast asociado + iTunes o Winamp (shoutcast wire es su podcast) para estar al día.